domingo, 4 de julio de 2010

El chaqué, 2ª parte.

Había dejado a Paquita rezongando en la cocina. De sobra sabía él las intenciones de la familia Mena. Según todas sus amistades su chico había dado un braquetazo con este matrimonio pero ellos hubiesen preferido a una mujer más modesta. Después del enlace ya se encargaría esa familia de alejar a su hijo cada vez más de ellos. Antonio iba a conseguir una buena posición, el viejo Mena solo tenía esa hija y su hijo sin duda pronto dejaría su trabajo en el banco para hacerse cargo de las tiendas de su suegro.


Ramón se quitó la gorra de trabajo y se rascó la frente con un mueca. Debía alegrarse por su chico aunque su familia política terminara por echarles a un lado. Siempre había tenido cabeza. Terminó contabilidad y pronto encontró un trabajo de puños limpios en una gestoría y más tarde un puesto mejor en el banco.

Desde que terminó el instituto no se mezclaba con la juventud del barrio. Tuvo las ideas claras y sus amistades eran gente de mejor posición que ellos. Así conoció a Beatriz Mena.

A pesar de todo no dejó de vivir en la casa familiar y eso que en los últimos años su modesto piso de barrio obrero se había convertido en una locura, desde que a su hija la dejó embarazada el haragán con quien había terminado casándose con dieciocho años y se les habían metido en casa. De eso hacía cuatro años y Puri iba ya por el tercer embarazo. Lo único que sabía hacer ese inútil, eso y trabajar unos meses en el ladrillo para cobrar el paro y vivir de la sopa boba.

Dijese lo que dijese Paquita no podían pedir un préstamo. Tenía a Luis, su hijo pequeño estudiando en otra ciudad. Un segundo ciclo de formación profesional que podía haber estudiado aquí pero el niño estuvo enganchado a las drogas y tras pasar por desintoxicación, el psicólogo había advertido que lo más efectivo para evitar una recaída era alejarle del ambiente y de las amistades habituales y él y su mujer estuvieron de acuerdo en pagarle la estancia mientras estudiaba en otra ciudad. Parece que estaba dando resultado, el primer verano que vino de vacaciones aún se juntaba con las viejas amistades pero este último ninguno de los antiguos amigos había venido a buscarle. Luis había cambiado mucho. Tenía notas muy buenas y dentro de poco terminaría sus estudios y encontraría un buen trabajo como técnico en electrónica y sus andanzas con las drogas y las viejas amistades eran ya pasado.

La chica con dos niños y el tercero en camino, el vago de su yerno más el dinero que les costaba mantener a Luis hacía imposible pedir un préstamo y dentro de tres días cuando Antonio se marchase de casa desaparecería su aportación económica. Habían tenido que comprar también un traje al marido de la niña y pese a su embarazo también otro vestido nuevo a Puri. No, un préstamo por pequeño que fuese era impensable.

Ambos trabajadores se volvieron al oír la puerta. Los empleados de la primera funeraria acababan de entrar depositando el ataúd en la cinta de entrada de uno de los hornos.

Ramón apretó los dientes con fuerza. Veinte años contemplándolos pero era imposible acostumbrarse.

Continuará....

4 comentarios:

María dijo...

Sigo apasionada tu relato, perdiéndome en el placer de recorrerte.
Besos, Mariant... boesos con afecto y admiración.

mariant iberi dijo...

Besos a ti María, la escritura es una pasión para mi y un orgullo que pueda gustar lo que escribo. Infinitamente agradecida por tus palabras que son estímulo.

Geraldine dijo...

Me encanta como has recreado el ambiente y las circunstancias que rodean a Ramón, magistrales. Sigo que es el privilegio de llegar tarde.

Unknown dijo...

Ya me he leído el primero y me parece un cuento superinteresante, sigo leyendo

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