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lunes, 8 de marzo de 2010

¿ La felicidad?

La felicidad?




Fue una alegría su visita después de días postrada por la fiebre con la sola distracción de la televisión.
. – Espero no molestarte – me dijo tomando asiento.
. – Al contrario, tu presencia me libra del próximo documental, Como ha avanzado la tecnología bélica desde los comienzos del hombre hasta nuestros días. Acabo de ver uno sobre la evolución de las minas antipersona. Para hoy sería demasiado.
. – ¿Estas intentando perder la fe en el ser humano viendo esas cosas? Yo la perdería.
Recoloqué mi postura acomodándome mejor antes de responder con una sonrisa.

 – Mi fe se suele ver reafirmada con eso. Es una prueba de cómo unos pocos con poder traen la desgracia a muchos arrastrándoles a la barbarie de la guerra, hoy en día además dirigida por burócratas perversos como prueba los últimos diseños en minas, son inteligentes, tremendamente destructivas y justificado su enorme presupuesto porque además pueden ser recogidas y usadas de nuevo. Muchos se enriquecen con las novedades en la industria de la muerte.

 – ¿Y eso reafirma tu fe en el ser humano? No lo entiendo – respondió ella con un movimiento negativo de cabeza.

 – Basta unos pocos hombres viles con poder para someter a la población inocente, perder la fe no seria justo, personas como tu y como yo sobre las que puede sobrevenir la desgracia por su culpa. Se trata de saber diferenciar. No somos como ellos y la mayoría de la humanidad tampoco.
Me observó con una sonrisa triste. Durante unos largos segundos permaneció en silencio.
– Admiró esa capacidad tuya para la felicidad y el optimismo – añadió.
. – ¿ Felicidad? – pregunté incrédula – Optimista si, positiva, lo intento siempre. La felicidad es un estado, el optimismo una actitud. Puedo modificar a través de la voluntad una actitud pero la felicidad es otra cosa. O eres feliz o no lo eres. Aunque puedes perseguirla.
 – A mi siempre me pareces feliz. Pensaba que habías encontrado el secreto de ese estado. ¿ No eres feliz?.
 – Tengo momentos felices como todo el mundo y por regla general percibo esa felicidad a tiempo pasado. Vuelvo la vista atrás y me digo en este o en aquel instante me sentí feliz. La felicidad a tiempo completo es una quimera y más aún con el diseño complejo de este mundo nuestro. Es un generador de insatisfacción. Quizá quien lleve una vida simple y sencilla pueda decir que es feliz y eso si permanece indiferente a las desgracias e injusticias que nos rodean
He oído y leído mucho sobre la felicidad, unos teorizan diciendo que es la jerarquía de la necesidades, la Pirámide de Maslow con sus cinco necesidades ascendentes fisiológicas, seguridad, afiliación, reconocimiento y autorrealización. Según esa teoría a medida que vas ascendiendo hacia la cumbre de la pirámide el ser humano puede conseguir un grado de satisfacción que se puede considerar cercano a la felicidad, otras dicen que la felicidad es la búsqueda no la felicidad en si misma y otras que es la ausencia de miedo. En está última sería larga y complicada de explicar y se puede incluir a la felicidad las teorías sobre economía de Nassim N. Taleb cuando habla del azar y de las dificultades de previsión basándose en el pasado. No sólo en el marco económico todo puede dar un vuelco por cosas con las que no se contaba, en la vida más aún. Todo puede cambiar de un día para otro y estos imprevistos causan miedo. Hablaríamos en este caso de adaptabilidad. De nuevos planes según las circunstancias para continuar en esa onda.

 – Jo...que lío.

Ahora fui yo la estuvo un tiempo en silencio observándola después de soltar todo ese rollo antes de preguntar.
 – ¿Cuál es el problema? Estas tratando de decir algo.

 – Quiero ser feliz.

 – Toma y yo – no pude evitar la risa – Eso es algo que quieren todos.

 – Me refiero a que cuando hablo contigo me voy animada, optimista. Es algo que dura varios días pero de pronto me levantó otro y me siento desgraciada, triste y todo alrededor es pesado y monótono aunque no hay una causa – puntualizó con gesto melancólico – Pero no veo nunca eso en ti. Pensaba que el estado en que te encuentro siempre era la felicidad, ahora dices que es una actitud. Quisiera tener esa actitud entonces. ¿ Cómo la consigo?.

 – Menuda pregunta – respondí – No sé, esto depende mucho de la persona y en parte de su química. Al margen de una pérdida que lleva el inevitable duelo- tristeza durante un tiempo, aquí se trataría de personas que superados esos problemas o ausencia de ellos persiste en una actitud reincidente de tristeza.

 – ¿Y que tiene que ver la química? –

– Mucho, la alegría genera endorfinas que nos hacen sentir bien y muchos investigadores creen que la depresión está causada por un desequilibrio entre la serotonina y la norepinefrina.

 – Mariant, bonita – interrumpió desconcertada – sin demasiada erudición. Háblame como si fuera tonta.

– No eres tonta y yo demasiado pedante a veces y tienes razón, Albert Einstein dijo que había que hacer las cosas lo más simples posibles pero no más simples. Es un tema complejo, ya te he dicho antes que personas mejor preparadas e informadas que yo han escrito mucho sobre el tema. Yo puedo hablarte para simplificar de mi experiencia personal.

 – Ya estamos llegando a alguna parte – hizo un aspavientos con las manos – eso es lo que quiero saber. Esa gente sabrá mucho pero yo quiero una experiencia practica. Tú has tenido desgracias y pérdidas y puede que no seas feliz porque según veo eso es un laberinto pero tienes una permanente actitud positiva y optimista. Hay que dejar de perseguir la felicidad por lo que dices y hay que ir a por la actitud.

 – Pues no – la sorprendí con la respuesta – tengo esa actitud porque persigo la felicidad, hay que perseguirla siempre.

– Estupendo, ya me he perdido – y su comentario provocó mi carcajada.

 – Quiero decir que estoy de acuerdo por mi experiencia personal con la teoría de que hay que fijarse como meta cosas que crees te pueden hacer feliz y teniendo la previsión de buscar otra cuando hayas alcanzado esa porque es entonces cuando descubrirás que eras feliz persiguiendo un sueño, una ilusión, una meta. Cuando llegas hay que fijar otra meta o te sentirás apática, incluso desgraciada porque ya no tienes nada porque luchar.

 – Claro, ahora entiendo porque dices que la felicidad es una quimera – dijo afirmando con la cabeza.

– Como perseguir el Santo Grial. Y eso es lo que hago, persigo metas. Tengo momentos tristes, como todos pero la tristeza requiere tiempo y el tiempo es una lucha para mi. Hay tantas cosas que quiero hacer y tengo tan poco tiempo para realizarlas que no me permito perderlo. Al final es una cuestión de disciplina personal. En esas desgracias que has nombrado donde la tristeza era inevitable yo luchaba por salir de ahí y esto es válido para cuando te asalte a ti. No me abandonaba nunca al estado depresivo. Siempre estuvo presente las ganas de salir adelante, es posible que interviniese un buen equilibrio químico.
Salía a caminar, hacia deporte. Buscaba una actividad que alejara de mi mente pensamientos de angustia, muchas veces me venía un ataque de llanto que duraba unos minutos y me trazaba como meta dejar de hacerlo. Combatía la irritabilidad que conlleva el estado depresivo, me imponía la amabilidad y las formas. Escuchaba a la gente. Leía mucho, ampliar el umbral del conocimiento también me ayudó. Ahora es un mecanismo que funciona solo – suspiré mirándola – No sé que más podría decirte.

 – Tengo metas y tengo sueños – respondió – En mi caso el problema también es el tiempo. El que puedo tardar en conseguir lo que persigo.

– Pues divide el camino en etapas, con pequeñas metas, si es necesario diarias.

Se incorporó para marcharse.

 – Lo pondré en practica y ya te contaré – y mientras caminaba hacia la puerta – Vine a hacerte una visita por tu enfermedad y me llevo más de lo que traigo.

– Eso es discutible – la despedí sonriendo – Tu visita ha sido un instante feliz.

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