lunes, 31 de mayo de 2010

El hada en el cristal, ( V)

   
          . – Gracias –dijo con voz aterciopelada que tranquilizó el ánimo del niño – por liberarme.

          . –¿ Estabas prisionera? – se adelantó Berta estudiándola con más detalle y tendiendo su mano – Me llamo Berta y este es mi hermano Luis – ¿ Eres un hada?.
Ella afirmó con la cabeza mientras miraba extrañada la mano que se tendía hacia ella. Berta entendiendo su desconcierto asió la mano del hada y la apretó.
          . – Es una forma de saludo. Un modo de darte la bienvenida.

Sonrió ante las explicaciones y alargó su nívea mano hacia el niño que aún la observaba incrédulo y con desconfianza. Dudó unos instantes y renuente extendió la suya que el ser alado apretó imitando el movimiento de Berta.

          . – Has dicho que te hemos liberado – intervino Luis - ¿Quién te aprisionó en ese cristal?
          . – Mis hermanas. El consejo de las hadas como castigo.
          . – Pues ¿Qué hiciste para un castigo tan duro? ¿Y cuanto tiempo hace de eso?.
          . – Muchos cientos de años – musitó como abstraída y se le entristeció la mirada – Demasiados para mi especie por lo que voy captando.
          . – ¿Qué crimen cometiste para algo tan severo? – insistió Luis – Y yo creí que las hadas eran seres diminutos pero tu eres enorme.
          . – Podemos adoptar el tamaño que queramos. Y respondiendo a tu pregunta sí, cometí una falta muy grave que merecía ese castigo.
          . – ¿ Cual? – saltó Berta.
El hada caminó hacia una gran piedra y tomó asiento. A los dos niños se les antojó que flotaba al caminar por la suavidad de sus movimientos.

         . – Me llamo Iridia y mi misión era la de ayudar a cumplirse los deseos de la gente que había sido puesta bajo nuestra protección – comenzó a contar mientras los dos críos se acercaban y tomaban asiento en el suelo mirándola fascinados mientras hablaba – La misión que me fue asignada fue la de ayudar a cumplirse el deseo de una doncella que había pedido el amor de un caballero de una lejana ciudad a la suya. Le había conocido en un torneo y su corazón quedó prendado de él. Yo tenía que llegar hasta el caballero y ayudarle a sortear todos los peligros que iban surgiendo en su camino para conseguir a la dama. Todo fue bien o así lo creí. Le ayudé en todos los obstáculos que se nos presentaron y le llevé a presencia de la doncella pero cuando se supone debía pedir su mano, el caballero pidió disculpas y dijo que no era posible celebrar esa boda porque se había enamorado de mi y ya no quería a la doncella.
          . – ¿ Y tu que culpa tenías de eso? – inquirió con extrañeza Luis.
          . – Mucha. Mi deber era estar cuando él estuviese en apuros y desaparecer una vez se habían solucionado pero la charla con el caballero era muy grata para mi y se quejaba que el camino era largo y mi compañía aliviaba las horas de soledad – Iridia suspiró con tristeza – Cuando fui juzgada por el consejo dijeron que yo había sido la culpable por mi veleidoso comportamiento. Mi forma de actuar fue la causante del sentimiento que se despertó en él por las excesivas horas que le acompañé.

          . – ¿ Y tu que sentías por el caballero? – preguntó Berta ¿ Le amabas?
          . – No es un sentimiento para las hadas. Lo que llamáis amor no podemos sentirlo. Pero era muy agradable su compañía y conversación. No pensé que seguir mis deseos tuviese tan graves consecuencias.
          . – De acuerdo que fastidiaste el plan de la doncella pero no creo que la falta sea tan grave como para encerrarte en ese cristal por siglos.
          . – La doncella se quedó sin marido y era el predestinado, él se quedó sin la esposa con la que pudo ser feliz y sin mi porque no era posible – el hada hizo un gesto de pesadumbre – El castigo era justo. Se me encerró en ese cristal hasta que alguien pidiese de corazón un deseo – fijó una mirada dulce en Berta – Es lo que has hecho tu hace un momento. Supongo que mis hermanas jamás pensaron que el castigo sería tan largo ni que el mundo hubiese cambiado tanto cuando fuese liberada.

Continuará...

3 comentarios:

Geraldine dijo...

Que original el argumento, como rompe los esquemas, claro que siendo un cuento tuyo no sé de que me extraño. Siempre me desconciertas.

Juana Infante dijo...

Es maravilloso Mariant, es un placer leerte.
Un beso

mariant iberi dijo...

Me encanta desconcertarte Geraldine y muchas gracias a las dos por comentar.
Un abrazo.

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